10.8.07

LA SED DE LOS MUERTOS - Giovanni Rodríguez

Lo vio sentarse a la mesa en la oscura cantina del pueblo. Caminó hacia él, que estaba de espaldas, con la pistola en la mano derecha. Vio que le sirvieron su primera cerveza de esa noche. Iba a matarlo así, sediento, pero recordó que es peligroso despachar a alguien con sed al otro mundo, así que se detuvo y esperó un momento a que su víctima bebiera el primer trago. Pero éste, antes de beber, sintió la presencia de alguien a sus espaldas y volteó, con la cerveza intacta en su mano derecha. Supo entonces que iban a matarlo y sintió miedo. "Echáte un trago", dijo el empistolado, y el otro, en una fracción de segundo, comprendió su ventaja de no haber bebido aún de la botella. "Echátelo", insistió, y el otro colocó la botella sobre su pecho, como un escudo, tapándole el pico con el pulgar. Cansado, el victimario apretó el gatillo y cruzó la botella, el contenido de la botella, el pecho de la víctima y su corazón. El rojo de la sangre, sobre el cuerpo, se confundió con el amarillo espumoso de la cerveza.

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© 2007, Giovanni Rodríguez
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1 comentario:

Edilberto González Trejos - Autor dijo...

Sed difícil de aplacar, relato que "cuasi-subyuga", entre colores e intensidad, te va mareando---